Irán se enfrenta a un dilema sobre cómo asestar un golpe significativo a Israel sin provocar una guerra que podría abarcar todo Oriente Medio. Ese desafío parece estar retrasando un ataque que hace días se creía inminente.
“Irán está entre la espada y la pared”, dijo Dina Esfandiary, asesora principal sobre Oriente Medio y el norte de África del International Crisis Group. “Querrá tomar represalias lo suficientemente significativas como para disuadir a Israel de aumentar la espiral de escalada, pero no querrá hacer nada que provoque una guerra regional que arrastre a Estados Unidos”.
Irán ha dicho que quiere castigar a Israel por el asesinato la semana pasada de un importante líder de Hamas en Teherán, pero no hasta el punto de iniciar una guerra en toda la región. Ha hecho hincapié en la necesidad de restablecer la “disuasión” contra su archienemigo, que no ha confirmado ni negado ser responsable de la muerte de Ismail Haniyeh.
Por ello, Irán analiza su próximo paso, ya que sigue existiendo el riesgo de que un error de cálculo, probablemente debido a que sus aliados llevan sus ataques con misiles y aviones no tripulados demasiado lejos, provoque un contraataque mucho más fuerte de parte de Israel. Eso podría resultar enormemente costoso para un liderazgo clerical que ya experimenta altos niveles de disenso en su país.